Bicicleta = Cupido... En coordinación con la asociación Bicitekas, el Gobierno del DF organizó el primer Bici Rally Enamórate en bici, para que los “solteros sin compromiso” se conozcan y disfruten de la ciudad sobre ruedas no motorizadas.
La convocatoria es a las ocho y media. Hace un frío decembrino a mitad de febrero en Paseo de la Reforma, “¿Tú eres la Diana Cazadora?”, Le pregunto a una de las pocas ciclistas que ha llegado puntual a la cita (las féminas están a razón de una a diez con los hombres, que ya somos como doscientos). “No, yo soy la que espera ser cazada”, deja en claro. Me intimida y hago como que mis llantas necesitan aire.
La convocatoria es a las ocho y media. Hace un frío decembrino a mitad de febrero en Paseo de la Reforma, “¿Tú eres la Diana Cazadora?”, Le pregunto a una de las pocas ciclistas que ha llegado puntual a la cita (las féminas están a razón de una a diez con los hombres, que ya somos como doscientos). “No, yo soy la que espera ser cazada”, deja en claro. Me intimida y hago como que mis llantas necesitan aire.
Luego, los organizadores se esfuerzan en que más mujeres se interesen en participar, pero ellas ven con pocas ganas a los hombres sobre ruedas que, contrario al estereotipo del ciclista extrovertido, son muy callados. Sólo uno que otro intenta el tan anhelado ligue. Un hombre con mallones deportivos se lanza: “Me sé un piropo: ‘por ti, subiría al cielo en bicicleta y bajaría sin frenos’, jeje, es un poco ñoño”, lo es. Los temas giran en torno a las biclas, hasta hay quien cita a Albert Einstein: “La vida es como la bicicleta, hay que pedalear hacia adelante para no perder el equilibrio”.
Una vez explicada la mecánica (las parejas que se formen durante el rally, que irá de la Diana Cazadora hasta el Zócalo y de regreso, concursarán por una bicicleta tándem (de la que tienen dos asientos y algunos accesorios para darle al pedal), todos avanzamos hacia nuestro destino.
En el trayecto conozco a Sandra, quien pedalea a mi lado. Ella será mi pareja con un fin antirromántico: ganarnos la bicicleta tándem a como dé lugar. “Amor por interés”, dice ella. Aún así, intento conocerla un poco: trabaja para una farmacéutica internacional, vive en Santa Fe, estudió mercadotecnia, los domingos los dedica a pasear en bicicleta, le gustaría adoptar un perro de la tercera edad (para que no haga destrozos en su departamento), los gatos le causan estornudos y que los ojos le empiecen a llorar.
Después de media hora completamos el circuito, pero ella tiene que irse (sus amigos tienen hambre, ella también) y lo nuestro parece no tener tanto futuro, pues varias parejas parecen dispuestas a todo para ganar la bicla de premio. Así que se despide de mí con un beso en la mejilla pero también me anota junto al número 9 que llevo en el pecho (el número de pareja con que fuimos registrados) su número telefónico. “Llámame”, la oigo decir antes de que desaparezca entre el público bicicletero.
Visto en Ciclo Turixes
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