En realidad el gas butano no huele a nada, pero, debido a su peligrosidad al ser inhalado y sobre todo al de una explosión tras un escape, es sometido a un proceso por el que se le incorpora ese característico olor que es tan molesto al respirarlo y así poder darnos cuenta rápidamente cuando hay una fuga o nos hemos dejado una de las llaves abiertas.
Actualmente existen muchos tipos de detectores de fugas de gas para aquellos lugares donde aun no ha sido procesado para incorporarle el olor, pero, antiguamente, a las minas de carbón se bajaba una jaula con un pajarito (solía ser un canario) por si se producía algún escape de gas grizu, ya que les servía de alarma. Si el pájaro dejaba de cantar o moría es que se estaba produciendo un escape, por lo que los mineros debían abandonar rápidamente aquel lugar.
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