Entre el 26 y 31 de diciembre se elaboran muñecos de harapos del tamaño de una persona, éste simboliza el año viejo, que será quemado el 31 diciembre a media noche después del Abrazo de Feliz Año.
Esta tradición se realiza desde hace mucho tiempo. Por las calles merideñas se consiguen cientos de muñecos construidos de harapos y cualquier otro material de deshechos. El muñeco representa el moribundo Año Viejo que se va y es quemado el 31 de diciembre a la medianoche después del abrazo de Feliz Año.
Niños, adolescentes y mozos están a su alrededor con una lata o alcancía pidiendo colaboración para comprar algún brindis, combustibles y fuegos artificiales que se utilizarán en la quema del Año Viejo.
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