4 de abril de 2012

Basculeando que es gerundio



Por Elia Martínez-Rodarte
Acabo de descubrir cuál es el secreto de porqué hay personas que no han basculeado a sus parejas en sus contenidos del teléfono celular, los correos electrónicos, la cartera, los cajones de su clóset, etcétera: no lo han hecho porque no han tenido oportunidad.

Primero, debemos asumir la primera regla acerca del basculeamiento: jamás aceptes, damita, caballero, que lo has hecho.
No te hagas el simpático o la graciosa en las reuniones diciendo: “aysh, el otro día abrí los correos de Ramiro y me enteré que (equis cosa)”. O seas tan tontone para exclamar:  “me metí al baño, me llevé el celular de Lilia y vi las fotos de ella encuerada que le manda a otro”…

Quien basculea o revisa las pertenencias de su pareja siempre queda pésimo, porque está aceptando que es capaz de violar la privacidad y el ámbito íntimo de sus seres queridos, actuando egoístamente. Ser invasivo, metiche, transgresor y violador del derecho de una persona a un espacio que es sólo para sí, es una enorme falta. Así que no te eches de cabeza tu solit@ ash…

Además, la segunda regla del basculeamiento: quien busca siempre encuentra. Porque pese a ti, tu pareja posee una vida en la que no siempre estás tú inmiscuid@. Amigos, conocidos o gente que influye en su vida y con la cual se comunica o se relaciona. Los hallazgos pueden ser desagradables.

Sin embargo, y por desgracia, conozco a muchas personas que lo han hecho y además los han cachado, en cuyo caso también lo deben negar, aún tengan el teléfono celular en sus garras y los encuentren en flagrancia.

Una amiga me contó que cuando su novio se metió a bañar, ella tomó el teléfono celular de su amado y se dispuso a revisar los contenidos. Para su mala suerte, él se talla muy mal o no le gusta gastar agua, y salió de la regadera en pocos minutos. El entró a la habitación y la susodicha estaba con el telefonito en la mano...Por supuesto que la mensa, en pose del tigre de Santa Julia, quedóse muda y tiesa. ¿Saben qué la salvó? Que el tipo era más miope que una esposa engañada y enamorada. Como él no traía puestos sus anteojos, ni se dio cuenta de lo que su nena tenía en la mano, ergo, pudo actuar rápido y devolver el aparato a su sitio original. Hasta alcanzó a bloquear el teclado.

Además la tecnología se encuentra a favor de los que realizan labores de inteligencia en los teléfonos de sus parejas, ya que la posibilidad de revisar sus correos o sus chats, está ahí mismo, al alcance de sus metiches garras.

En una breve encuesta que realicé en internet, la mayoría de las personas, aceptaron haberlo hecho alguna vez, violando la primera regla que les estoy mencionando. También algunos dijeron que jamás lo han hecho en su vida: que “el respeto es esencial para su vida en pareja y gua gua bla bla”. Toda esa palabrería que decimos para creer en algo de lo que nunca hemos estado seguros.

Como aún creo en la buena voluntad de las personas (si ya sé, soy ingenua), pienso que por ahí debe andar una alguien verdaderamente desinteresad@ en la revisión y basculeamiento de su pareja. Ese ente es alguien seguro de sí mismo y de lo que posee, pero ante todo, puede lidiar con las consecuencias de la elección de su pareja y de las decisiones que tome respecto a ella o el. De ahí en fuera, creo que cuando una cartera abandonada, un celular olvidado, una cuenta de correo abierta o un cajón expuesto se encuentren a la mano de alguien ajeno, será revisado, esculcado y basculeado. La ocasión hace al ladrón. Nunca mejor dicho.

Una nena en internet me ha comentado que: “quien esté libre de pecado que intercambie su celular por una semana con su pareja”. Lo cual me parece un dicho honesto, mas temerario. ¿Quién podrá tener los arrestos de hacer semejante cosa? ¿Existirá ese ser en el mundo que no guarde tantos cadáveres en su sótano? ¿Podremos hacer alguna vez un pacto de confianza que nos asegure esa vida sin temer ser basculeados? Misterio insondable.

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