Todos los días se habla de seguir creciendo a expensas de los
ecosistemas. Se habla de nuevas inversiones que significarán más
tráfico, más gente, más carreteras, más agua, más basura, más energía.
El problema es que vivimos en un planeta de recursos finitos y con
capacidades limitadas para sostener el crecimiento constante de las
actividades humanas, o más bien de la depredación. De un mal llamado
desarrollo, que además beneficia sólo a unos cuantos en la cúspide de la
pirámide social mexicana.
De ejemplo, valga el enésimo botón. Una dura polémica se ha desatado
por el proyecto de construir un Dragon Mart en Cancún, una auténtica
colonia china en Quintana Roo para vender mercancías de ese país
asiático al mayoreo y menudeo.
Sin ir más lejos, industriales y académicos han advertido sobre el daño
"devastador" que podría causar sobre las Pequeñas y Medianas Empresas
(Pymes) del país y de la Península de Yucatán el ingreso masivo de
mercancías chinas fabricadas sin ningún tipo de consideración por el
medio ambiente ni por los trabajadores semi esclavizados de ese país.
Guillermo Vidales, presidente de la Comisión de Aduanas de la Concamin,
dijo al diario capitalino Reforma que el Dragon Mart afectará
profundamente a Pymes, industria, comercio nacional y a la integración
de cadenas productivas.
El Dragon Mart, como lo hemos advertido en la revista Yucatán y en la
revista Emeequis y en Infolliteras.com, es un proyecto no sólo chino
sino también del Gobierno estadounidense, los que pretenden vender todo
tipo de mercancías y traer a miles de empresas a que vendan sus
productos en el Dragon Mart. Además del golpe para las Pymes mexicanas
hay que tomar en muy seria consideración hasta dónde pretendemos llegar
con el llamado crecimiento. Es decir, si ya ahora los ecosistemas
costeros dan serias muestras de estar al límite o rebasados por la
actividad turística y humana será imposible que resistan la llegada de
un millón de visitantes y de miles de contenedores semanales vía
terrestre y marítima. Si ya hoy los embotellamientos, la erosión
costera, la pérdida de manglares y de selva es muy grave en Quintana Roo
pero también en Yucatán, ¿qué va a ocurrir con la costa de la Península
con este tipo de mega proyectos? ¿Los resistirán los ecosistemas? Yo
digo que no, y a los hechos me remito. Pero además, ¿se pretende cambiar
la vocación turística de Quintana Roo?, ¿por una mercantil y más bien
industrial?
Quizá lo peor son los ataques personales, las descalificaciones sin
argumentos, la retórica de quinta, de personeros del Gobierno de
Quintana Roo y de algunos diputados priístas quintanarroenses, los que
como siempre ven puras ventajas y ningún problema para proyectos como el
Dragon Mart.
“¡Basta ya de que existan voces que por atender otros intereses
personales o de grupo y no el de los quintanarroenses utilicen a los
medios nacionales para intentar detener inversiones que en Quintana Roo
cumplen con la ley!, dijo el legislador federal priísta Román Quian
Alcocer, líder de la bancada de Quintana Roo en el Congreso, en
respuesta a nuestro reportaje publicado en la revista Emeequis.
Román Quian, evidentemente se mordió la lengua, ya que si alguien
representa “intereses personales o de grupo y no el de los
quintanarroenses” es él, portavoz del ex gobernador González Canto y del
actual gobernador Borge, quienes tienen intereses personales en el
proyecto.
Con la manida justificación de los “intereses de los quintanarroenses”,
de la población mexicana, de los yucatecos, se han cometido todo tipo
de tropelías. Y las consecuencias están a la vista. Un desarrollo que
beneficia a unos cuantos, que depreda el medio ambiente y cancela toda
perspectiva de futuro. Eso es el Dragon Mart Cancún, más de lo mismo,
sólo que la ciudadanía ya se cansó, nos cansamos, de guardar silencio y
aceptar con la cabeza gacha los discursos de tiranuelos de quinta que
amenazan, manotean, señalan y descalifican en su defensa de “intereses
ajenos al bien común”
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