1 de noviembre de 2013

BICIMOTOS YUCATAN | LA CAPILLA DE LOS MUERTOS


Después del ocaso, desde las casitas vecinas desparramadas entre campos y cultivos, salieron 
pequeños grupos y tomaron rumbo a la capilla del pueblo.

Se unía en matrimonio una pareja del lugar. El templo pronto estuvo lleno. Las palabras del
Cura resonaban en la vieja construcción, que ya tendría grabada en sus grietas la voz de bajo 
del religioso.

En plena misa, la puerta del templo se abrió de golpe, todos voltearon como un rebaño 
asustado. Con asombro vieron a el viejo López trancar la puerta con la trava de madera, y
reforzarla con la pala que traía, que estaba ensangrentada. López era el sepulturero y guardián 
del cementerio. 
El viejo recostó su espalda a la puerta, para trancarla también con su propio cuerpo. 

Su melena blanca estaba más desprolija que de costumbre, y recorrió con la mirada las caras
de los que lo observaban. 

- ¡Ya vienen! - gritó el viejo - ¡Se levantaron todos! ¡Los muertos se levantaron! 

Algunos iban a comenzar a reír, pensando que el viejo estaría borracho, y que tantos años en
el cementerio le habían pasado la cuenta; pero enseguida la puerta comenzó a sonar y temblar;
la empujaban desde afuera. 

- ¡Ayúdenme! - gritó nuevamente López - ¡Traigan esos bancos! Hay que evitar que entren. 

El hedor que llegó hasta ellos y la situación aterradora hicieron que algunas mujeres se cayeran 
desmayadas, incluyendo a la novia.

Las viejas bisagras de la puerta parecían que en cualquier momento iban a salir volando. 
Algunos miraron por la unión de las maderas, cada vez más separadas, y comprobaron que 
López decía la verdad; afuera había muertos andantes.

Enseguida cundió el pánico. Algunos comenzaron a tapiar la entrada con los bancos, otros 
sólo rezaban. Alguien se acordó de tapiar la puerta de la sacristía. Volcaron una mesa y
bloquearon también aquella entrada, justo antes que los muertos llegaran a ella. 

Las barricadas resistieron bien. Los zombies se paseaban por las inmediaciones, y desde
algunas casas lejanas llegaba el sonido de disparos de escopetas.

Un hombre vio que López lucía muy mal, estaba tirado sobre un banco. Cuando se inclinó 
para revisarlo, el viejo lo tomó de los hombros y le arranco parte de la cara de un mordisco.
Antes de entrar a la capilla un zombie lo había mordido.

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