Estos personajes que lucen en sus frentes pentagramas que la vida se encargó de componer experimentan un amor y una devoción por sus nietos con una magnitud que los supera, motivo por el que no pueden evitar demostrarlo de mil formas posibles.
La sumatoria de esos pequeños detalles que consisten en las más inmensas muestras de aprecio, reflejan nada más ni nada menos que el cariño y admiración que despiertan en ellos las criaturas. Así, los niños perciben esta generosidad desbordada como un cariño desmedido que los embelesa.
Sin dudas, los abuelos representan los sentimientos y emociones de cualquier chico en su máxima intensidad. Pues estos seres entrañables e inolvidables mantienen el trato paciente, permisivo y comprensivo de consentimiento que los padres -lógica y naturalmente- no suelen darle a los pequeños.
Por todo esto y mucho más suele afirmarse que esos héroes de la infancia con cabellos blancos son uno de los mejores regalos que la vida puso a disposición de todo niño. Tanto, que estas raíces son capaces de dejar una marca emocional imborrable en el alma y en el corazón de sus nietos.
Los secretos compartidos, dedicación, respeto e incondicionalidad conforman la carrera que facultó a estas personas mayores para que obtengan el doctorado en amor que tan recordados los vuelve. La vida pone en su camino la oportunidad de corregir con sus nietos los errores que cometieron con sus hijos.
Y los nietos son felices porque encuentran en esta casualidad de la vida y del destino, el modo de escapar al corsé de las normas con amor y cariño. Se sienten reyes sin corona que nunca podrán ser destronados de ese corazón un tanto envejecido que late pura y exclusivamente por ellos.
No cabe duda: los abuelos son fans de sus nietos y se sienten obligados a reforzar su talento y perseverancia, así como a celebrar cada triunfo. No hay quien mire a una criatura con tanta ternura como esos abuelos maravillados ante la magia del paso del tiempo.
De este modo, el cuidado de los abuelos refleja un amor incondicional y puro, repleto de momentos únicos e irrepetibles. Ese cariño forma a los niños y los protege de una manera que puede no ser siempre comprensible, pero que en cualquier caso es indescriptible.
Quienes tuvieron la fortuna de compartir estos momentos y sensaciones con sus abuelos entienden la importancia que tuvieron en su infancia y el impacto que implicó en su vida adulta, donde llevan aún esa entrañable e indeleble cicatriz en el alma.
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