El paso de los años y el adoctrinamiento consumista han acabado con oficios que se apoyaban en la reutilización de los objetos. En un tiempo en el que a consecuencia de la globalización han caído en picado los costes de fabricación, la mano de obra encargada de la reparación se ha visto obligada a ajustarse o desaparecer.
Uno de los oficios que se han visto afectados por esta situación es sin duda el de afilador de cuchillos y tijeras. Este trabajador del metal se recorría los barrios montado en su bicicleta y haciendo sonar su pequeña armónica de plástico con una melodía inconfundible. Aunque también los había que desempeñaban su trabajo sobre una motocicleta, sin duda nos quedamos con la figura del afilador de cuchillos en bicicleta.
La bicicleta de los afiladores de cuchillos estaba provista de una buena estructura plegable sobre la que elevar la rueda trasera de manera que el afilador podía pedalear sin desplazarse. Con este pedaleo estático, además de su rueda trasera, mediante un sistema de engranajes y cadenas, hacía girar un torno con el que afilaba aquellos objetos que el roce había desgastado.
Imagino que aunque con menos presencia, ésta profesión seguirá viva, sobretodo en aquellos lugares donde no han llegado enseres afilados a bajo precio que hacen más económico para el usuario la adquisición de nuevos en vez de la reparación y reutilización.
Recuerdos de mi infancia, cuchillos y tijeras que duraron años gracias al torno y el trabajo de los afiladores. Un cuchillo que no corta sigue siendo cuchillo a la espera de que le den una nueva oportunidad y las que el hierro permita. Resulta curioso que en una época en la que nos quieren servir todo troceado y envasado, necesitemos adquirir cuchillos afilados con láser.
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