Han pasado 55 años de la partida de Pedro Infante a consecuencia del accidente aéreo ocurrido en Mérida el 15 de abril de 1957, y en torno a su figura se han entretejido varios mitos e historias que son aclarados para La Verdad de Yucatán, por su biógrafo y sobrino Luis Ernesto Infante Quintanilla.
Menciona que prácticamente desde el primer día de su muerte, comenzaron a surgir los primeros rumores en torno a él, siendo algunos de estos los que incluso perduran hoy en día y que han ayudado a forjar su mito.
Algunas de estas historias refieren que en realidad nunca viajó a bordo del avión porque estaba internado en una clínica, o que un político fue quien lo mandó matar por un supuesto amorío, incluso también se ha dicho que fue una situación de cárteles de la droga, y hasta hace pocos años varias personas aseguraban que ya en edad avanzada Pedro Infante vivía en su retiro.
Estos hechos según refiere Infante Quintanilla, han perdurado y muy seguramente continuarán mencionándose en las pláticas en torno a su vida, aclarando que la verdad probablemente nunca se sabrá, y en cambio las aportaciones e investigaciones que de manera seria se han hecho, podrían aportar, según afirma, datos más precisos de lo que realmente ocurrió en ese momento fatídico en el que el avión se desplomó en pleno centro de la Ciudad de Mérida.
LOS HECHOS SOBRE SU MUERTE
“De acuerdo con los testigos del accidente, quizá dos minutos después, se notó que la aeronave no alcanzaba ni la altura ni la velocidad óptimas. Se sabe que en el interior de la cabina de mando, tanto Pedro como el capitán Víctor Manuel Vidal y el mecánico Marciano Bautista Escárraga, hicieron todos los intentos posibles para corregir la falla”, aseguró.
Añade que durante el pequeño trayecto, tiraron algo de la carga, algunas de ellas contenían cajas de pescado y rollos de telas que fueron lanzados al vacío con la finalidad de aligerar el peso al avión, asumiendo incluso el riesgo de lastimar a alguien, pues esta maniobra se realizó sobre pleno centro de Mérida.
“Momentos después, el aparato se desplomó cayendo en la esquina que forman las calles 54 y 87, al sur de la ciudad. Los depósitos de combustible del avión estaban llenos, por lo que al impactarse en tierra estallaron, creando un incendio impresionante. El fuego abarcó varias casas y resultaron lesionadas decenas de personas."
Además agrega Infante Quintanilla: “Según nos ha comentado don Rubén Canto Sosa, propietario de la casa donde cayó el avión y testigo del accidente, en el lugar perecieron, además de la tripulación, la señorita Ruth Rosell Chan, de 19 años, y el niño Baltasar Martín Cruz, ayudante de una carpintería que se encontraba a unos metros del accidente.
Asegura que entre los cuerpos también se encontraron los restos de tres mascotas que Pedro llevaba a la ciudad de México, y refiere que: “Las toneladas de pescado, combustible y los restos humanos calcinados provocaron un olor insoportable”.
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